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Residencia de Mayores

Una residencia para mayores LGTBIQ+ en la Comunitat Valenciana

un hogar necesario para vivir con orgullo, compañía y dignidad

Abordamos los problemas de aislamiento y falta de espacios seguros y se cumple la  Ley 8/2017, de 7 de abril, integral del reconocimiento del derecho a la identidad y a la expresión de género en la Comunitat Valenciana y Ley 23/2018, de 29 de noviembre, de igualdad de las personas LGTBI.

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En los últimos años hemos avanzado mucho en derechos, pero no todas las personas han sentido ese progreso en su día a día. Es el caso de muchas personas mayores del colectivo LGTBI, que siguen enfrentando una realidad especialmente dura: la soledad, el aislamiento y la falta de espacios donde puedan ser ellas mismas sin miedo ni juicios.

A medida que envejecen, muchas de estas personas —algunas tras una vida de discriminación— sienten que no tienen un lugar donde encajar. En la tercera edad, esto se traduce en un riesgo real para su salud emocional y mental. Estudios revelan que las tasas de depresión y ansiedad son más altas entre mayores LGTBI que entre sus pares heterosexuales. En ese contexto, una residencia específica no es un lujo, sino una respuesta humana y necesaria.

 

¿Por qué una residencia específica para mayores LGTBI?

Porque ofrecer un techo no basta. Esta iniciativa busca crear un hogar, una comunidad segura y cálida donde las personas mayores del colectivo puedan convivir con otras que han compartido caminos similares. Un lugar donde se celebren sus historias, se respeten sus identidades y se tejan nuevas relaciones sin miedo al rechazo.

Además, este proyecto se alinea con las normativas de protección a la diversidad de la Comunitat Valenciana. Es una oportunidad para avanzar desde el reconocimiento legal hacia el compromiso real con la dignidad de todos.

 

Mucho más que un edificio: salud, comunidad e inclusión

Una residencia LGTBI sería un espacio vivo. Un lugar que cuide de forma integral a sus residentes, con programas que atiendan tanto la salud física como la emocional. Actividades grupales, talleres de autoestima, espacios de expresión artística o meditación contribuirían a crear bienestar real.

También sería un punto de encuentro, no solo para sus residentes, sino para el entorno. Con actividades culturales y jornadas de sensibilización, este espacio podría derribar prejuicios, tender puentes entre generaciones y fomentar un diálogo abierto sobre diversidad, respeto y envejecimiento digno.

 

Desafíos que podemos transformar en oportunidades

Como todo proyecto transformador, la creación de esta residencia enfrentará retos: culturales, sociales y financieros. Es probable que aparezcan resistencias por desconocimiento o prejuicios. Por eso, será clave acompañar el proyecto con campañas de sensibilización, encuentros abiertos a la comunidad y formación específica del personal que trabaje allí. Porque no se trata solo de buenas intenciones, sino de formar equipos preparados y empáticos.

 

A nivel económico, combinar apoyos públicos, donaciones privadas y alianzas con empresas comprometidas con la diversidad será esencial. Iniciativas como la Fundación 26 de Diciembre, que ya ha puesto en marcha la primera residencia pública LGTBI en España, nos muestran que es posible.

 

Una residencia que inspira un cambio social

Este proyecto no solo cubrirá una necesidad urgente, sino que marcará un antes y un después en cómo cuidamos, entendemos y valoramos a nuestras personas mayores. No es solo un lugar para vivir, es una declaración de principios: el amor, la identidad y el orgullo no se jubilan.

Construyamos un espacio donde envejecer no sea sinónimo de soledad, sino de compañía, orgullo y reconocimiento. Porque todas las personas, sin importar su orientación o identidad, merecen llegar a la vejez con la certeza de que pertenecen, de que importan, de que no están solas.

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